viernes, 30 de agosto de 2024

ACERCANDONOS A LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

La prueba de Turing nos remonta a Alan Turing, - más de un lector lo identificará por la película Descifrando Enigma-. Este matemático, lógico y filósofo es el autor de Computer, Machinery and Intelligence, considerado como el trabajo fundacional de esta nueva ciencia. En este artículo se plantea si las máquinas pueden pensar como los hombres. La respuesta llegó en 2016 cuando los ojos de Lee Sedol, campeón del mundo de Go, -un complejo juego al que, utilizando su intuición y su pensamiento estratégico, se pensaba que solo los humanos podríamos jugar, -, se llenaron de lágrimas al perder por 4 a 1 contra DeepMind de Google. El ordenador ganó siguiendo no solo las reglas dadas por los programadores, sino empleando un sistema de aprendizaje automático. ¡Cómo es la vida! La IA aprende por sí misma. En resumen, la IA es una tecnología que intenta replicar o imitar la inteligencia humana o las capacidades cognitivas mediante los algoritmos, que son modelos estadísticos que dan sentido a esa información para tomar decisiones.

Siguiendo con el cine, este escenario nos remite a múltiples interrogantes. Sobrevuela la conversación entre Dave y HAL (https://www.youtube.com/watch?v=LhSzzrVgFo0) en 2001: Una odisea en el espacio, cuando el ordenador se niega a obedecer una orden del humano. Ahora mismo, uno tiene la misma sensación de perplejidad que tenían nuestros mayores de finales del XIX, cuando los maestros de la sospecha (Darwin, Freud, Nietzsche, Marx) les quitaron el infantil sueño de ser excepcionales. Puede que la IA, como dice Coeckelberg, en el XXI esté “asestando otro golpe a la autoimagen de la humanidad. Si una maquina puede hacer esto, ¿qué queda para nosotros? ¿Qué somos?”.

La IA que está detrás de muchas de las tecnologías que tanto jóvenes como ancianos y enfermos utilizan a diario, abre nuevas posibilidades y, en consecuencia, tiene todo sentido preguntarnos hasta dónde podemos llegar.  Las posibilidades son enormes y en el futuro aun serán más. ¿Hagamos lo que hagamos nos va a llevar necesariamente a una vida buena? Siendo consciente de que se hará todo lo que se pueda hacer, ¿es lícito hacer todo lo que se puede hacer?
Las actuales tecnologías nos seducen desde la falsa perspectiva de que nos facilitan las cosas y nos ofrecen comodidad. Mientras la ética nos advierte de los riesgos, la tecnología nos dice “¿por qué no? Sí, así es más fácil”. Identificamos de modo demasiado fácil la IA con la libertad. No se está cayendo en la cuenta de que renunciamos a múltiples procesos en la toma de decisiones porque será la máquina la que decida por nosotros. 

Quedan pendientes preguntas sobre la irrelevancia del ser humano, la respuesta del transhumanismo, la privacidad de los datos que proporcionamos para que la IA funcione, el poder que se dimana de esos datos, la preguntas sobre quien decide sobre el uso de las tecnologías, ¿son los ciudadanos o son los gobiernos y las grandes tecnológicas? ¡Cómo es la vida! Al final la pregunta es por la Humanización.

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