jueves, 7 de octubre de 2010

Para el camino

¡Qué cosas tiene la vida! Jesús va de camino. Estos diez se curan de camino. Uno de ellos deshace el camino hecho y vuelve al punto de origen. Al final a éste lo despiden diciendo que su fe es la que lo ha salvado y el signo que lo atestigua es que lo mandan al camino, diciéndole vete. Lo ponen en el camino, lo pone de camino. Digo yo, que si el camino sale tantas veces, de paso, habrá que reflexionar un segundo, no más, sobre lo que supone estar en camino, de camino…
Mientras camino, tras haber respirado y meditado, reflexiono y poso mi mirada sobre la dimensión real de mi camino. Su longitud, su extensión, su medida real es: un paso. Sí, solo un paso, un minúsculo y diminuto paso. El que cuando ha sido dado, crea y construye el espacio en el que habito en ese momento. Toda mi vida está a la astronómica distancia de un paso, ni más lejos ni más cerca.
A un paso están aquellos a los que amo y hacia los que me encamino, a un paso están los enfermos y los que sufren a los que quiero servir, a un paso, sólo a un paso estás Tú, que también has caminado un paso para crear entre los dos un espacio común. ¡Buen camino!

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