jueves, 7 de octubre de 2010

De la satisfacción personal al altruismo indoloro

Robert Wutnow es el autor de Actos de compasión, un interesante estudio sobre el voluntariado en la sociedad norteamericana. Wutnow parte en su investigación de una aparente paradoja: ¿cómo es posible que la sociedad más individualista que podemos imaginar sea al mismo tiempo la sociedad que más tiempo, energía y recursos dedica a las actividades voluntarias?La lectura del libro nos ofrece una inesperada sorpresa: determinados indicadores de valores egocéntricos (tales como desarrollar nuestro talento, tener un buen hogar y cosas bellas, viajar por placer) aparecen asociados a la disposición a realizar trabajo voluntario; según esto, parecería que las personas más individualistas tienden ligeramente en mayor medida a prestar trabajo voluntario. Con otras palabras: entre individualismo y voluntariado no sólo existe –como cabría pensar- contradicción, sino que hay relación. La razón más aducida por las personas que prestan trabajo voluntario es, según ese estudio, la satisfacción personal, lo que resulta coherente con una cultura basada en el individualismo. Veamos como lo explica Wuthnow:

“Teniendo en cuenta el énfasis que ponemos en el individualismo en nuestra cultura, no es de extrañar que la satisfacción sea un tema tan importante en nuestras interpretaciones del humanitarismo. Creemos, ante todo, que el individuo debe ser responsable del humanitarismo, no el gobierno, ni una organización, ni la sociedad en abstracto, ni siquiera la familia. Pero para

que el individuo sea humanitario debe tener recursos: ser fuerte, tener un sentido claro de su identidad, cuidar de sí mismo. No puede ser un espacio vacio. La satisfacción es la fuerza, la identidad, la autoestima que necesita el individuo para ser altruista. La satisfacción también es el pretexto para ser humanitario en nuestra cultura.”

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