viernes, 10 de abril de 2020

PISTAS PARA ACOMPAÑAR EN EL DUELO (I)

La importancia de vivir un duelo | Revista Salud CoomevaEn estos tiempos tan complejos, son muchas las personas que tras una pérdida de alguien con valor significativo están viviendo una experiencia de dolor, lástima, aflicción o resentimiento que se manifiesta de diferentes maneras. Es a esa experiencia a la que llamamos DUELO.
¿Cómo acompañar ese duelo? Os propongo algunas pistas en la pretensión que puedan ser de ayuda.
1. Escuchar más que hablar. Sobre todo en los primeros momentos, tras el fallecimiento, la mejor actitud es la del “silencio empático”, como lo denomina algún autor. Es decir, no buscar explicaciones a la muerte o a la manera en que se ha producido sino transmitir algo importante: “estoy contigo”. Cuando nos perdemos en intentar justificar lo injustificable como es la muerte de un niño o de un joven o un abuelo, en muchas ocasiones estamos tapando nuestra propia angustia y nuestras dificultades para aceptar la muerte. Hay que ser oído más que boca, para soportar el sufrimiento del otro sin derrumbarnos.
2. La importancia del contacto físico. Un apretón de manos, un beso, una caricia, estas ocasiones valen más que mil palabras. Es la manera más eficaz de transmitir nuestro apoyo y solidaridad. En esta realidad del aislamiento social, provocada por el coronavirus, sustituimos el contacto físico por una mirada calida y atenta.
3. No utilizar tópicos. (“no te preocupes”, “ya saldrás adelante”; “tienes que ser fuerte”; “esto pasa pronto”, etc): cuando uno está en pleno dolor estas expresiones, u otras parecidas, lo menos que producen es un sentimiento de lejanía, de que el otro no entienda nuestro dolor. Hay que acompañar al sufriente desde nuestro genuino dolor y no intentar poner “paños calientes” en una herida que está abierta y sangrando.
4. No intentar consolar. Por ejemplo, afirmando todo lo bueno que aún le queda al superviviente: hijos, salud, hacienda, “toda la vida por delante”, etc. En esos momentos poco importa lo que se tiene, pues el sufrimiento se centra en lo que se ha perdido. Este tipo de intervenciones más que ayudar provoca malestar, pues el superviviente percibe que no es comprendido en su dolor.
5. Ofrecer una ayuda concreta. Los ofrecimientos generales y ambiguos: “me llamas cuando quieras”, “ya sabes dónde estoy si me necesitas”, etc. sirven para muy poco. Por el contrario, sería más eficaz ofrecer algo concreto: “ya lo he dispuesto todo y te vienes este fin de semana a casa con nosotros”. Claro y resolutivo es el mejor mensaje. 



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