sábado, 11 de abril de 2020

PISTAS PARA ACOMPAÑAR EL DUELO (II)

Historia de su decoración
Jorge Oteiza, Virgen Dolorosa
En el post anterior, Acompañar el duelo (I) propuse cinco pistas para acompañar el duelo por la pérdida de un ser querido. Esta semana os propongo otras cinco pistas más.

6. Disponibilidad. La “escucha del duelo” no tiene ni día ni hora; no se programa ese encuentro, sino que el amigo o familiar tiene que estar disponible las veinticuatro horas
del día y todos los días, al menos en las fechas próximas a la muerte, a recoger los miedos, angustias, las culpas o temores del superviviente.  

7. Empatizar, pero sin ser invadido por la angustia del otro. Debemos ser “el paño de lágrimas”, pero sin que la angustia del otro nos atenace e invada de tal manera que nos incapacite para mantener un mínimo equilibrio, que nos permita una adecuada ayuda.  

8. Es más sano “recordar en paz” que olvidar. Incluso cuando la relación con el difunto haya sido tumultuosa, no es bueno intentar poner un tupido velo sobre esas experiencias negativas, sino que debemos esforzarnos por repasar de forma auténtica las biografías cruzadas con las sombras, pero también con las luces, que siempre podemos repescar. El contemplar conjuntamente el álbum familiar puede servir como instrumento para reencontrarse con el verdadero vínculo con el finado.

9. La importancia del “nosotros”. Cada persona tiene una forma específica de manifestar su duelo y tiene su tiempo para elaborar una muerte, lo que es evidente es que un clima de solidaridad y de amor será catalizador positivo para curar la herida.  

10. Pedir ayuda. El duelo es un proceso normal pero a veces se complica: se alarga en el tiempo (meses o años) o bien aparecen conductas patológicas: adicción a la bebida, ideación suicida, una depresión clínica o el contrapunto, una fase maniaca. En cualquiera de esas circunstancias hay que pedir ayuda a un experto en duelo.


Estas diez sugerencias se resumen en dos:

1. Debemos procurar dar una respuesta auténtica y personal, dejando que hable más nuestro corazón que nuestra mente



2. En la “escucha del duelo” debemos pensar (escuchar) más al otro que a nosotros mismos.

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