jueves, 21 de febrero de 2013

Distracciones Cuaresmales

Hola Amigos,
Han pasado 8 días desde el miércoles de ceniza. Antes de seguir adelante quiero preguntarte: ¿dónde estás? ¿A dónde has llegado? ¿Hacia dónde te estás encaminando? No solo te pregunto a ti, somos compañeros de camino, también me lo pregunto a mí.
De un modo aún más sencillo, ¿Cuál es la meta de tu vida? Y más en concreto aún, ¿Cuál es la meta de estos 40 días? Y si tienes alguna meta para ellos, qué cosas estás haciendo ¡ya! para ir logrando eso que te has propuesto. Ponlo en un papelito, en el recordatorio del teléfono móvil o en la Tablet. No lo olvides, por favor.
Nuestra sociedad no es la “sociedad del ocio”, todo lo contrario, es la sociedad de la distracción. Nos invita a vivir despistados. Con la mirada distraída, desatenta. Descentrados. 
Si quieres lograr algo de lo que te propones, has de poner eso en el Centro y todo lo demás ha de ir a un segundo lugar. Como dice mi amigo Javier Barbero, por mucho que pretendas estirarla “la falda no da pa más”. En la vida espiritual ocurre del mismo modo. Si no tenemos una meta clara estaremos distraídos y gastaremos nuestras fuerzas en lo secundario.
En el Evangelio de este domingo Lucas nos presenta la Transfiguración. Dice el teólogo ortodoxo Jean Corbon que “el objetivo de la Transfiguración, conforme al de toda la Economía revelada en la Biblia, es la salvación del hombre. Como en la Zarza ardiente, el Verbo “deja ver” en su Cuerpo la Luz de su divinidad no para hacer saber, sino para hacer vivir, para salvar: se revela dándose y se da para transformarnos en Él”.
Jesús tuvo claro su objetivo: Vivir y anunciar el Reino a sus hermanos los hombres. El objetivo es la vida del Reino, es decir, la vida eterna, la vida de Dios y con Dios. Y la vida eterna no está para llegar, no es algo del futuro, no es algo que esté por venir. Es ya, comenzó, el reino está presente, Dios está aquí. Dios está donde yo estoy, aquí y ahora. 
“Permaneced en mí como yo permanezco en vosotros”. Comprender esto es comprender que Dios está en el Centro de nuestra vida. Dios está activo en el Centro de nuestra vida. Comprender espiritualmente que Dios nos inhabita, nos llena, nos colma, se hace misteriosa y silenciosamente presente es el suelo que permite decir con John Donne (1572-1631): “muerte morirás”. Ya no hay un antes ni un después. Todo está bien y seguirá estándolo, “porque yo he vencido a la muerte”.
Como dice Jean Corbon, “Moisés y Elías pueden abandonar la cueva del Sinaí sin taparse la cara con un velo: ahora contemplan la Fuente de la Luz en el Cuerpo del Verbo”. Nosotros también podemos abandonar la cueva del miedo que nos tiene tan despistados y descentrados, porque en Jesús podemos ver la Compasión de un Dios que vive con nosotros.
Termino copiando a Henry Nouwen y haciendo mías sus palabras:

"Si me preguntaran a bocajarro: 
Qué significa para tí vivir espiritualmente?,
tendría que contestar: 
Vivir con Jesucristo en el centro".

 Feliz camino cuaresmal.

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