Han pasado muchos meses, muchas horas y días desde que interrumpí este blog. Hay momentos en los que uno siente que no tiene mucho que decir. Unas veces por agotamiento, otras porque es tiempo de silencio, incluso porque puede ser que sea tiempo de escucha. Cuando uno vive hacia fuera, cuando uno vive docente corre el riesgo de olvidar que vivir sólo se vive discentemente, es decir, aprendiendo.
¡Hay tanto que aprender!
Sí, ha sido tiempo de escucha. Escuchar a uno mismo, escuchar a los demás, escuchar a lo Otro.
Ha sido tiempo de vulnerabilidad. De escuchar la propia vulnerabilidad, el propio límite y descubrir en él la posibilidad de la propia libertad.
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