Hola amigos,
Cuando escribo estas lineas es tarde, muy tarde, ya de madrugada.
El viento ya no arrecia, el frío es intenso. La nieve arropa la noche como si fuese una helada sabana.
Tercer domingo de Cuaresma a las puertas. Mañana viernes, Via Crucis en el Centro San Camilo. Mañana viernes, Via Crucis en el mundo. Todos los días se celebran Via Crucis en el mundo.
Es 1 de marzo, la sede de Roma está vacante...
Tampoco hay que
preocuparse mucho, pronto estará ocupada. Además tengo la impresión de
que hay más candidatos para cubrir esa Sede que para ser párroco de
alguna de las parroquias del extraradio de mi ciudad o para ser animador
de jóvenes, agente de cáritas o cualquier otro sencillo ministerio que
haya que ejercer en la iglesia.
Solo me hago una
pregunta, si la misión fundamental de todos los obispos es el SERVICIO A
LA COMUNIÓN, y en especial la del OBISPO DE ROMA, el modo de entender
su ministerio y ejercicio desde GREGORIO VII y sobre todo desde el
VATICANO I, ¿facilita o dificulta esa comunión? ¿Será acaso cierto
aquello que Pablo VI en su discurso a los miembros del Secretariado para
la Unidad de los cristianos reconocía con un tacto extraordinario: "El
Papa, lo sabemos muy bien, es el obstáculo más grave en el camino del
ecumenismo. ¿Qué diremos? ¿Tendremos que apelar una vez más a los
títulos que justifican nuestra misión?".
Sería adecuado que
la Iglesia católica se preguntara a sí misma en qué medida la verdad de
sus definiciones dogmáticas encierra toda la verdad. No se trata de
negar sus propias formulas doctrinales, sino de confrontarlas con las
posturas de las demás iglesias tan preocupada como ella por la fidelidad
a Cristo y a su Espíritu.
La Iglesia Católica
debería de pensar no ya en sí misma, sino a ampliar su horizonte, dado
de lo que se trata es de llevara la Iglesia a la Unidad querida por
Dios.
Os dejo con una oración de Pedro Casaldaliga. Buen provecho.
DEJA LA CURIA, PEDRO:
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