viernes, 1 de marzo de 2013

" Y tu te vas, que seas feliz..."

See full size imageHola amigos,
Cuando escribo estas lineas es tarde, muy tarde, ya de madrugada.
El viento ya no arrecia, el frío es intenso. La nieve arropa la noche como si fuese una helada sabana.
Tercer domingo de Cuaresma a las puertas. Mañana viernes, Via Crucis en el Centro San Camilo. Mañana viernes, Via Crucis en el mundo. Todos los días se celebran Via Crucis en el mundo.
Es 1 de marzo, la sede de Roma está vacante... 
Tampoco hay que preocuparse mucho, pronto estará ocupada. Además tengo la impresión de que hay más candidatos para cubrir esa Sede que para ser párroco de alguna de las parroquias del extraradio de mi ciudad o para ser animador de jóvenes, agente de cáritas o cualquier otro sencillo ministerio que haya que ejercer en la iglesia.
Solo me hago una pregunta, si la misión fundamental de todos los obispos es el SERVICIO A LA COMUNIÓN, y en especial la del OBISPO DE ROMA, el modo de entender su ministerio y ejercicio desde GREGORIO VII y sobre todo desde el VATICANO I, ¿facilita o dificulta esa comunión? ¿Será acaso cierto aquello que Pablo VI en su discurso a los miembros del Secretariado para la Unidad de los cristianos reconocía con un tacto extraordinario: "El Papa, lo sabemos muy bien, es el obstáculo más grave en el camino del ecumenismo. ¿Qué diremos? ¿Tendremos que apelar una vez más a los títulos que justifican nuestra misión?".
Sería adecuado que la Iglesia católica se preguntara a sí misma en qué medida la verdad de sus definiciones dogmáticas encierra toda la verdad. No se trata de negar sus propias formulas doctrinales, sino de confrontarlas con las posturas de las demás iglesias tan preocupada como ella por la fidelidad a Cristo y a su Espíritu.  
La Iglesia Católica debería de pensar no ya en sí misma, sino a ampliar su horizonte, dado de lo que se trata es de llevara la Iglesia a la Unidad querida por Dios.
Os dejo con una oración de Pedro Casaldaliga. Buen provecho.

DEJA LA CURIA, PEDRO:

Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas.
Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.
La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.
Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.
El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa—ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.
Diles, dinos a todos,
que siguen en vigencia indeclinable
la gruta de Belén,
las Bienaventuranzas
y el Juicio del amor dado en comida.
¡No nos conturbes más!
Como Lo amas,
ámanos,
simplemente,
de igual a igual, hermano.
Danos, con tus sonrisas, con tus lágrimas nuevas,
el pez de la Alegría,
el pan de la Palabra,
las rosas del rescoldo...
...la claridad del horizonte libre,
el Mar de Galilea ecuménicamente abierto al Mundo.


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