Wassily Kandinsky, Lírica, 1911. |
Se le oye
sobre las copas de los plátanos,
entre los tejados de Mayo.
Aún no.
Todavía no aquí.
Pero sus efectos – un minúsculo cambio
de humor, una pausa tendida, una leve
irisación del brillo – son ya perceptibles como un ritmo
sin forma aunque muy corporal.
Tardó mucho esta vez. Lo buscamos
entre los presentimientos, en la casa hecha
lumbre, tras la condición primera.
Lo creímos perdido para siempre con la edad.
Y viene ahora, lluvia que embadurna y empapa,entre los presentimientos, en la casa hecha
lumbre, tras la condición primera.
Lo creímos perdido para siempre con la edad.
arrasador, ancho de soles, desnudo hasta la substancia.
Es él, sí: el mejor de los tiempos,
hondo mueble de madera noble,
luna roja sobre mar en calma,
estando ya sin haber llegado,
sabedor de que se es partido.
Alberto Infante
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